martes, 31 de julio de 2012

LA EDAD MEDIA Y EL EMBRIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO JUDÍO


El pueblo judío es quizá una de las civilizaciones más antiguas y complejas que haya existido en en nuestros días. Partiendo que hace más de 2.000 años se gestó la religión monoteísta más antigua, la cual conocemos todos por judaísmo, demuestra que la controversia y la discrepancia serían sus más eternas aliadas.

La controversia y las adversidades que se hallan en su historia son debidas a la complejidad que siempre les ha caracterizado, ya que desde tiempos babilónicos se han mostrado más avanzados que otros pueblos dando lugar suposiciones de que entre el pueblo heleno y el pueblo judía fueron la semilla que dio vida a la sociedad occidental que conocemos hoy.



La respuesta a estos razonamientos es muy simple. Se halla en la educación. Cabe decir, que a pesar de las dificultades de la época y los pocos avances que había, el sistema educativo estaba muy bien organizado en el ámbito curricular y de profesorado.

Para empezar, explicaremos la formación de las aljamas y cómo dentro de éstas se fueron creando diferentes equipamientos.

En la corona de Aragón, las aljamas eran conocidas como calls. Éstos se crearon porque en 1179 hubo un decreto real en que los judíos debían vivir en espacios muy concretos cuya estética era poco común. Las calles no estaban empedradas y eran estrechas. Las casas a simple vista tenían las oberturas pequeñas, las puertas estrechas y las ventanas con rejas pero en su interior se podía apreciar un mobiliario muy rico y de buena artesanía.



A pesar de todo, dentro de los calls podíamos encontrar un hospital, una sinagoga, el horno público y una escuela.

Su organización era similar a los municipios y tenían su propia administración eligiendo a sus magistrados, consejeros y gozaban de plena libertad religiosa. Había habido casos en que habían dos aljamas dentro de una ciudad y ese fue el caso de Barcelona.

A diferencia de los guetos europeos, el call era un espacio abierto aunque tuviera muros y puertas con lo que las relaciones comerciales entre cristianos y judíos se hacían más factibles. Los cementerios se hallaban en las afueras.



En cuanto a la pedagogía judía, el tema que realmente nos concierne, debemos tratarlo con cierto tacto ya que implica muchos matices a explicar que conllevan ciertas complicaciones.

En primer lugar, las fuentes de la pedagogía judía se alimentaban de la religión. La creencia en un solo Dios y el ideal de ser un pueblo elegido hacía que hubiera un sentimiento de unidad.







Por lo tanto, el currículum académico se basaba en la ley judía, la Torá y el Talmud. La Torá conocida como ley formaba parte de la vida de todo judío e influenciaba en el comportamiento, hábitos, etc.,

No sólo tenía sentido jurídico sino también pedagógico cuando se usaba en concepto de enseñanza. Se compone por cinco libros los cuales son bereshit (génesis), shemot (éxodo), vayikrá (levítico), bamvidram (números), y devarim (deuteronomio).

Otro libro sagrado que tenía sentido académico era el talmud. Constaba de seis tratados o órdenes los cuales son Zaraïm, Moed, Nashim, Nezikim, Kodashim y Toharot.



Evidentemente, la educación no se basa solamente en libros sino que según el judaísmo, el hombre es el centro. La pedagogía era dualista y se basaba en una educación sensorial con referencia al cuerpo y educación intelectual basada en las potencias del alma. En su conjunto formaba una educación integral.

Cabe considerar que para dar lugar a las enseñanzas tenían que haber lugares donde impartirla, no obstante la familia tenía un papel relevante debido a que la educación de los hijos era completa.

La educación sólo se daba a los hijos varones. La madre era la responsable de la vida religiosa en el hogar. Durante la infancia, los niños quedaban bajo su tutela. Ella era quien daba las primeras instrucciones, sobretodo de moral.

Una vez los niños eran sacados de la tutela de la madre el padre se encargaba de educarles en la instrucción religiosa. La finalidad era desarrollar en el niño la conciencia de responsabilidad personal delante del eterno y el deber de guardar la ley que Dios había pactado con su pueblo.

El tipo de enseñanza era oral y muy generalizada ya que las tradiciones judías eran las de todo un pueblo. A los cinco años de edad, el niño pasaba a la tutela de un maestro y empezaba a aprender un oficio.



Las escuelas se crearon después del exilio babilónico y fue entonces que la enseñanza paterna fue sustituida por la escuela. Las formas pedagógicas existentes se habían vuelto obsoletas e insuficientes. Los padres no podían ocuparse a tiempo completo de los hijos.

Por otra parte, durante su estancia en Babilonia, los judíos habían desarrollado la institución de la sinagoga en sustitución del templo. Con el tiempo las sinagogas se convirtieron en casas de instrucción y de este modo se ponía la primera piedra al nuevo sistema educativo judío. La evolución de esta reforma estuvo dividida en tres etapas: la fundación de las academias, las escuelas secundarias para los adolescentes y las escuelas elementales.











Trataremos el aspecto de la organización escolar bajo unos ítems que la marcaron. Una de las características que han caracterizado la enseñanza judía es la relación profesor – alumno. En las escuelas talmúdicas las clases se impartían bajo conferencias. En el Talmud podemos encontrar el siguiente paradigma:

Rava dijo: el número de alumnos que se tiene que confiar a un maestro de primera enseñanza es de 25 alumnos. Si hay 50, hay que nombrar a un segundo maestro; pero si hay 40 se nombra a un ayudante local.



La financiación se hacia mediante retribuciones indirectas. Estas retribuciones eran ayudas de la comunidad, de los discípulos, la inclusión del diezmo a los pobres y a veces de las ayudas de las cajas del templo. El maestro recibía mucha hospitalidad por parte de toda la comunidad.

Por precepto religioso cada comunidad estaba obligada a tener un maestro o más de uno. El contrato era anual donde constaban las condiciones.



Si los niños tenían una tendencia natural impulsiva tenían que someterse a una estricta disciplina. Ésta se pedía en la asistencia, en el orden de la clase, en la cortesía y en el comportamiento. En caso contrario se imponían castigos. De todos modos, a ningún maestro se le permitía castigar a un niño con fuerza o dejarle marcas.

Para la metodología se tenía en consideración el aprecio y el diálogo entre las diferentes personas que conformaban el grupo clase. El maestro daba ejemplo, enseñaba, prometía, castigaba y exhortaba. Por eso debía mostrarse fiel a su designio y paciente en atención al resultado esperado. Podemos decir que partiendo de este razonamiento encontramos varias clases de alumnado lo cual define muy bien el tratado del Talmud de Pirqué Avot:

aquel que es rápido para escuchar y rápido para olvidar: su beneficio desparece con su pérdida; aquel que es duro para escuchar y para olvidar: su pérdida desaparece con su beneficio; aquel rápido para escuchar y duro para olvidar: es el sabio; aquel duro para escuchar y rápido para olvidar: es la peor parte.



Delante de las diferencias individuales el maestro aplicaba una enseñanza diferenciada y adecuada a cada uno de los niveles escolares: elemental, secundario y superior. A los alumnos con capacidad retentiva deficiente les aplicaba ejercicios complementarios y a los más lentos en el aprendizaje se les daba explicaciones más detalladas.

Para el pueblo judío la memoria era muy importante debido a la escasez de libros. Posteriormente se hicieron programas para que el alumno pudiese aprender ciencias a través de la escolarización. La forma en que se enseñaba se basaba en las experiencias vividas por los pupilos. Luego, usaban la dialéctica. Este modo de enseñanza – aprendizaje hacía que las clases fueran dinámicas y el contraste de opiniones entre alumno y maestro enriquecedor. Cuando el alumno asimilaba los contenidos pasaba a la práctica



El material didáctico que se usaba era la pizarra, y algún libro, pero casi siempre consistía a base de teoría y

repetición. Los libros eran considerados una fuente de sabiduría, es decir, un tesoro.



La educación de la mujer estaba marcada por el concepto que se tenía, que venía dado en los libros sagrados. Todas las mujeres estaban destinadas al matrimonio y era educada según la familia. Se la preparaba para las tareas propias de una buena esposa: hilar, tejer, cocinar, y cuidar de los hijos. No solían dedicarse a la lectura y la escritura pero ayudaban a sus maridos en la correspondencia y reproducción literaria.

Eran presentes en cada hogar como institutrices y enseñaban a sus hijos a leer y a escribir. Como conclusión podemos afirmar que las niñas eran educadas en las tareas del hogar y bajo los valores morales de la piedad, las buenas maneras, la caridad y la modestia.



Pedagogos relevantes judíos

Salomó ben Abraham ibn Adret nació en Barcelona el año 1235 y falleció en 1310. Fue una autoridad rabínica y escribió una norma muy importante que decía que las personas menores de 25 años les era prohibido estudiar enseñanzas extrañas y permitió el estudio de la medicina. Fue muy crítico con el sistema educativo ya que mencionaba la escasez de libros y su alto precio.



Porfiat Durán nació en Perpiñán en 1345 y falleció en Gerona en 1414. Fue médico, astrólogo, exegeta y gramático. En su obra se aprecian una serie de normas que hizo para los discípulos que hacían enseñanzas profesionales y las sintetizó en 14 normas.



Fuente: (MIRÓ, Mª Isabel (1996): Història de l'educació jueva a la Catalunya de l'edat mitjana. Edicions el mèdol. Tarragona. )

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